Claro, claro, cómo iba a saberlo. Paré un momento en el quiosko de revistas. Luego conseguí controlarme y enfilé corriendo hacia el coche. La idea de volverme completamente loco con gas hilarante en mitad de una conferencia de fiscales de distrito sobre la droga me atraía tortuosamente. Pero no el primer día, claro, pensé. Eso más tarde. No tiene sentido que te detengan antes de que empiece la conferencia.
Miedo y asco en Las Vegas, Hunter S. Thompson.
Deja una respuesta