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True Blood

6 Oct




True Blood es la aventura teenager de Alan Ball. Y yo lo celebro. Porque para mi A dos metros bajo tierra era demasiado grave, demasiado relamida, demasiado complacida consigo misma, embelesada con su propio planteamiento inteligente, y profundamente endogámica.
True Blood es otro tipo de endogamia televisiva, endogamia bastarda de creepshows, de comics de chicas con poderes, de Joss Whedon, si, pero un Joss con un lifting de elegancia y de saber manejar los tiempos. Los buenisimos titulos de creditos ya dan una pista (¿hijos bastardos de los de Carnivale?)
Parece también que la cabeza putrefacta y maravillosa de Joe Dante anda por ahí, no en vano los vampiros en televisión y su debate sobre derechos civiles me recuerda al Masters of Horror de Dante (Homecoming) con sus zombis pidiendo el voto por Tv. Me gusta la forma en que la política vampírica se entremezcla a través de la Tv con la vida de la protagonista, haciendo que la Gran Historia y la historia cotidiana se entremezclen (Bill el vampiro, un personaje Noir bien interpretado, también produce ese efecto dando a entender que ha visto bastantes guerras como para ser escéptico con la Gran Historia así en mayúsculas, y con la raza humana, así, en patéticas minúsculas)
Por lo demás, los típicos cliffhangers que te dejan a medias a final de episodio, los típicos secretos que guardan los personajes, el típico malo que parece bueno, pero es malo, pero quizá sea bueno…y que trae loca a Anna Paquin (Buffy cazavampiros sabe más de eso), una Anna Paquin por cierto que siempre va en pantalón corto luciendo pierna…
Un tratamiento inteligente de las relaciones humanos-vampiros en un mundo en el que éstos últimos se dan a conocer y beben sucedáneo de sangre (si les da la gana claro…veremos que no todos son buenos ciudadanos preocupados por el prójimo), y un tratamiento despreocupado y crudo del sexo.
El mundo rural estadounidense es el marco (falta el agente Cooper dando palos de ciego, o tal vez un Mulder encantado con la salida del armario de los descendientes de Vlad Teples) para un guilty pleasure que me gusta precisamente por todo aquello que le podría condenar: Ser deliciosamente incongruente, teenager, intrascendente, entretenido, manejando tópicos de ambos géneros, juvenil y vampirico.
Aunque no tienen nada útil que ver, si no disfrutan de series típicamente Whedonianas como Firefly o la Veronica Mars de Rob Thomas, o tal vez la propia Buffy cuando por casualidad salía un arco argumental bueno (no siempre me temo, no siempre…) no esperen que el nombre de Alan Ball haga el mismo tipo de magia negra que en A dos Metros bajo tierra.