Me consterna más la muerte de Farrah. Michael ya estaba muerto en vida, prisionero de su propia imagen deformada, convertido en una hipérbole de si mismo, y caricaturizado por sus neurosis agudas hasta dejar de ser persona, y empezar a ser personaje.
Era un cómic, era también, quizás, un personaje que podía haber creado un Palahniuk.
En cierto sentido no ha muerto, sino que ahora, convertido en leyenda urbana, en camiseta, en mentiras mil veces repetidas hasta ser una verdad, es cuando su imagen mediática cobra aún más vida.
¿Jackson la persona? Nunca la conocimos, no supimos de su existencia, tal vez él mismo, expuesto al foco desde siempre, no supo encontrarla y definirla. Jackson no ha muerto, tal y como lo concebimos, jackson nunca ha existido más allá del concepto, de la imagen, de la demencia, de la ruina humana que todos alimentamos y fomentamos. Otro howard hughes, otro ser desplazado y quebrado, que perdió incluso su capacidad para crear.
Lo único que lo había impulsado en su existencia miserable, solitaria, y oscura en busca de algo que fuera real, mientras perdía todo contacto con la noción de realidad.
Pobre cobaya nacida en un laboratorio (musical y familiar) y soltada en un bosque para morir de inanición, o de tristeza. Es lo mismo.
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