Arcade fire no son mi ojito derecho. Ni siquiera llegan a orzuelo. El primer disco me pareció tibio y poco original y me dejó un temazo en la retina, uno solo, el segundo irregular y más visto que el tebeo y con un toque un tanto más empalagoso a su épica fallida, y este tercer recupera un poco el nervio con temas de altura como Empty Room o The suburbs.
2 de 16, pobre bagaje, a falta de saber si es eso que los plastas del hype llaman un «grower» o disco que crece mucho con las escuchas, que va ser que no…
Salve al nuevo AOR de los indie popies. Dos campanintas por acá, unos silbidos por allá, todo muy recargado y dulce, épica masticadita. Podría ser peor, podrían ensimismarse un un nuevo prog-rock-indie-pop, podrían ser los Muse de los poperos (¿o ya lo son?), pero no deja de de tener delito quepaser de explotar a Bowie, a coger de modelo a un mojabragas como Springsteen y le apliquen el lifting para quitarle la poca calle, la poca mugre, el poco sudor, y la poca autenticidad que tiene el trobador americano.
Si acaso agradezco la tensión, el mostrarse más dinámicos, menos plomizos, más pegadizos y accesibles (como en la fantástica Empty Room, con Keep the car running su único temazo desde sus primeros singles) y también que nos eviten el sonrojo de mamar tan abiertamente de las ubres de Echo and the bunnymen como en otras ocasiones, aunque sin la voracidad, el descaro y la ingratitud de Chris Martin…
Tal vez también salvara Modern man aunque esté más vista que el TBO.
Un disco normalito, un grupo con el que no vale la pena ni indignarse…Es lo que tiene la mediocridad, no levanta pasiones ni siquiera a la contra.
Demasiado largo en todo caso, todo artista que no sea un genio, es idiota si saca un disco de más de 12 canciones. Siempre es mejor dejar con ganas de más, que pecar de exceso y empachar.
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