A ti que eres exacto,
matemático,
un metrónomo humano
con corazón desmontable
en ritmos cuadriculados…
Tu esqueleto no bailará
sobre la mojada tierra
cuando tu carne
se haya convertido en flores absurdas
y fuegos fatuos.
La matemática de tu sangre no te salvará
Así que salta el acantilado
de la palabra.
Afirmo que tu latido puede aullar todavía
ritmos salvajes
algunas noches
rojas, breves, y dulces.
Aún hay esperanza
para el metrónomo
de convertirse en un trasto
fantásticamente
inútil.
Micronesia once again. Te ha sentido bien la visita de nuestro amigo, sr. Mycroft.
No sé nada de rítmica ni de rima. A veces temo estar apilando versos como el que apila ladrillos. Pero trato de esconder en alguna parte de algún verso una resquicio de verdad, una parte de vida. No de cara a la galería, de cara a mis entrañas. Quizás lo que me sienta bien es que en mis entrañas hay menos demonios, y más ganas de ritmos salvajes del corazón. La visita ha sido magnífica, emocionante…