Mi corazón es vulnerable
¡Rómpelo!
Quiébralo en mil rayos de luz
y apágalos
con un soplido hondo.
Para eso está.
Enjuaga con él
las manchas de sangre de tus comisuras
y limpia tus botas
con el lienzo extendido
de mi alma.
Juega con mi rojo amor
como un felino
con un pájaro muerto.
Mi corazón esperaba a este instante
para empezar a bombear
Latir y sangrar
todo fue uno.
Yo no hago poemas patéticos
con letras
sino con alaridos.
Los tomo prestados al dolor
y los desmiembro con mimo.
Son negros como la tinta
oscuros como mi forma de mirarte.
Los obligo, entonces
a escribirse a si mismos.
Mi mano tiembla y suena reluciente, como a grito.
No pretendo molestarte con mi suplicar
ni obligarte a mirar mientras te hago que me hagas esto.
Yo no estaba ahí para ser amado por tí,
eso lo sabemos bien;
estaba ahí para amarte, y por eso
no me importa el dolor
(y sin embargo
me importa demasiado.
Me importaría no sentirlo)
Tienes permiso
para romperme. Sé que usarás
tu prerrogativa sabiamente
No te preocupes por el cartel
que pone «frágil». Es sólo una excusa
para no decirte lo mucho que quiero decirte
que mi corazón me cuenta,
que algunos comentan,
que no me atrevo a confesarte
que te quiero, pero soy cobarde.
Tienes permiso para romperme
y en el cartel, en lugar de frágil,
escribiremos «ágil». Más que nada
para despistar a la policía científica.
(Y de todos modos
estaba roto
de antemano).
Pero…
¡Qué desconcierto!
¡Qué tragedia!
Si decidieses de improviso
Quererme, hacerme feliz
y que tu zarpa no fuera zarpa
sino espuma de una ola
verde, azul, casi roja,
ruborizada de vernos
ahora sí
tocándonos más allá
del alambre de espinos que sembré
en un despejado campo de miradas.
¡Qué tristeza tanta alegría!
Y ya no soñar contigo
sino a tu lado, y ya no
conquistarte
sino, tan sólo, y como mucho
contemplarte hasta que
se me caigan los ojos de sus órbitas.
Por eso dime no
cuando sea un Sí
Nunca en vez de siempre
Quizás será para los dos nuestro «Vuelve…»
Y tus besos,
silencios.
(Y tus silencios, caricias, y tus murmullos fría gota de rocío
de las que calan los huesos, por ser tan bellas, tan frías,
tan perfectamente mortales
como armas con filo.
Atorméntame, sin dejar de proporcionarme
caricias disfrazadas de aguaceros, de nubes grises
y de olvidos)
Porque no sé estar satisfecho
Y debo prevenirme
no quiero saciarme de tu ser
mi sed de ti es lo que me mueve
y si te tuviera, que horrible parálisis,
que éxtasis frenético,
de amor y desidia al mismo tiempo.
Yo no quiero ver un atardecer
si no es de mañana.
No quiero vivir sin cortejarte,
aunque ya me ames.
Yo quiero lo imposible o nada.
Y soy dos cosas contrarias, y aún una tercera.
Yo quiero ser hombre
y ladrarle a los coches.
Tener alas,
y volar en clase turista,
con mis plumas revueltas y mis maletas
perdidas.
ser ateo,
y negar tres veces a medianoche,
tocar la herida mortal
de un dios, y seguir negando.
No quiero correr un maratón
si no es en Marathon, y sólo para morir
agotado
anunciando la victoria inútil
de una tribu sobre otra.
No te quiero a tí si no
estás tú, ni quiero tenerte
sin haberte perdido y ya extrañarte,
ni conquistarte,
y levantar asedio,
no quiero entrar triunfalmente
sino pasar
de ser asediador a asediado.
Ni besarte sin cortarme con tus mordiscos.
Porque eres la fiera
terrible
que habita mis sueños
Y te amo tanto
como amo temerte
Porque sin tí, yo y mis sueños, somos desierto.
Eres el desgarro, el estallido, el rayo, la tromba, la gota que colma
aquello que es imposible de colmar.
Y aunque no fueras todo eso,
te amaría igual
porque tú eres tú misma.
Deja una respuesta