Berlín comienza pronto, comienza en mis sueños, la noche anterior, Berlín comienza en el aeropuerto, encontrándose a mi mejor amigo que vuelve a su exilio a Irlanda, compartiendo un café.
Berlín comienza en Tegel, perdido en un autobús, bajándo en una calle desconocida de un país desconocido, Berlín es Neukölln entonces, es caminar por Hermannstraße, es reencontrarse con tan grandes amigos dos años después, caminar por el aeropuerto abandonado de Tempelhoff, ir a casas ajenas y vivir el fútbol y la cerveza, y el humo y acabar en un pub hablando de política con mi nuevo amigo Michael, un miércoles noche.
Berlín es Alexanderplatz, los patios de Hackeshe Hoffe, es arte callejero, es caminar por una ciudad viva, vibrante, vieja, moderna, seductora, sólo, persiguiendo sombras, observando a la gente y el territorio.
Berlín son los parques, las orillas del Spree y sus canales, el Tiergarten, tenderse en el césped, sentarse en los bancos, caminar con tercios por la calle, por los senderos, por entre los árboles, entre artistas callejeros y skaters.
Berlín son los inmensos murales de graffiti, el Muro aparte, los mercados callejeros, los puestos de currywurst, Berlín es Oranienstraße en pleno Kreuzberg, comer una hamburguesa con los amigos, ver tiendas, pasear, hablar, soñar despierto, hacer tiempo en los cafés, vivir el tiempo que uno deja ir despreocupado en esos cafés.
Berlín son museos de arte moderno, y conocer gente nueva, visitar casas ya no tan ajenas, viajar en U-Bahn bebiendo refrescos hechos a base de mate (mierda, ¿y ahora dónde encuentro yo «Club Mate» en Valencia?), ver Trainspotting y encontrarle algo nuevo otra vez, y hablar de «Diego» el gato, un indolente e inmenso animal tímido, y del género músical del «slanga», y de Helge Schneider, y beber más cerveza y probar comidas nuevas, y estar en restaurantes egipcios.
Berlín es ir a un club de música electrónica localizado en una auténtica fábrica abandonada, bailar, danzar, hablar, y acabar en el descampado de al lado frente a una fogata atizando leña en un bidón metálico. Berlín es un campo de tercera división cerca de Postdam, apoyando al Babelsberg, cantando, con una birra en la mano, sorprendido por el despliegue policial, comparable a un Madrid-Barça.
Berlín es ser recibido con los brazos abiertos, y Berlín es, en fin, echar de menos de nuevo a mis amigos al partir.
Parece que Berlín no deja indiferente a nadie. Bonito texto!