Habían declarado sus intenciones con Moren Life is Rubbish. Estaban haciendo una trilogía que pasaría a la historia (junto a The Great Escape). Parklife es un mosaico de relatos y leyendas, de acantilados de Dover, de juventudes londinenses frustradas ante el fin de siglo, angustias afrancesadas, depresiones y ansiedades neuróticas en la era del blairismo, de chicos y chicas, bailando en Ibiza, amores de Metrópolis hastiados en clave tecnopop.
Parklife era una canción a su modo tan agresiva como el grunge al que empezaban a discutir su cetro. Tan malévola como el buen hip hop. Con la estrella de Quadrophenia mascullando su parte.
Trozos espaciales como Far Out.
Es el 94. Damon Albarn todavía no se había cansado de sí mismo ni emprendido una huida estilística de manual. Se produjo una explosión, Definitely maybe de Oasis, Dog man star de Suede, Hins and Hers de Pulp. Pero este era el más british de todos, y eso siendo un disco tan variado y dispar. Un hilo conductor nos cuenta estas historias suburbiales, fino, invisible, no conceptual del todo.
20 años después aún suena mejor, que gire…
Estupendo, formidable, tomado como propio, dejo de escribir, me voy, me busco el CD y me lo enchufo antes de la cervecita de las 12.