Ilustración de R. Kikuo Johnson para The New Yorker
Artículo publicado originalmente en la Revista 12 Pulgadas, que relata algunas de mis peripecias vitales de los últimos años, y una visión desde dentro de la obsolescencia programada de los trabajadores en esta nueva revolución industrial.
«Durante unos años, un servidor se convirtió en nómada, temporero, mercenario y exiliado económico. Años de crisis y paro me llevaron a entrevistas de trabajo por Skype, envíos masivos de CV cual spam, entrevistas en ciudades extranjeras precedidas por noches en asépticos hoteles clónicos y esperas de trasbordos. Lo que descubrí después es que los trabajos que podía conseguir, especialmente los del Valle del Silicio deslocalizados, no hacían más que contribuir a hacer del mundo un lugar peor.»
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Como decía Jeremy Rifkin en «El fin del Trabajo», de 1995:
Las tecnologías de la información y las comunicaciones y las fuerzas del mercado están rápidamente polarizando la población mundial en dos frentes irreconciliables y potencialmente contrarios: una nueva élite cosmopolita de «analistas simbólicos» que controla las tecnologías y las fuerzas de producción y el creciente grupo de trabajadores despedidos, con poca esperanza y menores perspectivas de encontrar trabajos significativos en la nueva economía global basada en las altas tecnologías.
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