Hace poco vi en video bajo demanda el documental «Walking in the opposite direction» sobre la vida de Adrian Borland, líder del grupo post-punk The Sound, una película que para fanáticos del formato físico saldrá en DVD en junio.
Conocí al grupo en la era pre-internet, en una tienda de alquiler de discos, junto a Chameleons. Una época en la que la sobreabundancia musical actual no existía y uno se veía obligado a focalizar su atención y paladear la música de un modo más intenso. Su «From the lions mouth» me voló la cabeza.
Adrian Borland luchó gran parte de su vida contra la enfermedad mental que acabaría con su vida, y esa lucha, y el apoyo de su familia, es parte importante de la película. Una película cuyo proceso de documentación me conmovió en su día, con la cruzada del padre para lograr imágenes de archivo de fans y televisiones europeas. Un apoyo que continuaba el empujón financiero que dió en los inicios de la carrera de su hijo, y las luchas contra la condición incapacitante que atacaba a Adrian.
Lo musical y lo personal encuentran un equilibrio interesante, conjungando la batalla de Borland con la otra persona que habitaba en él (documentada en canciones como Winning o I can’t escape myself) así como las crisis médicas y personales, o la lucha con una medicación que embotaba la creatividad del artista, y por otro lado la presión de la industria tratando de cambiar a un grupo heredero de Joy Division para tratar de obtener una versión oscura de, literalmente, Duran Duran.
Borland se haría popular en Holanda, y sobreviviría creativamente allí fundando los Citizens, y comenzando sus proyectos en solitario. Pero su situación personal, sus propios demonios, sus crisis, y su incipiente problema con el acohol como automedicación, socavaría sus posibilidades en la industria musical.
Este documental le hace justicia como gran artista y creativo, contando sus problemas vitales quitando truculencia, por parte de gente que le amaba. Es un documental que parte del amor. Un triunfo del amor frente al «oscuro tren» que Borland intuía lo llevaría por delante.
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