El Fuego Fatuo, Louis Malle

26 Jul

No soy precisamente seguidor del cine francés en general, ni de la nueva ola en particular. Pero algo tiene este Fuego Fatuo de Malle. Con todos los defectos propios del cliché, voces en off explicativas, diálogos existencialistas poco naturales, tempo absurdamente lento, relaciones humanas poco creíbles, palabras grandilocuentes, cierta fijación con el sexo y la conquista femenina muy fuera de lugar…

Pero algo tiene este fuego fatuo, os dije. Un buen actor al frente, un buen tema. Una cierta valentía. Tal vez, como depresivo crónico que ha pensado alguna vez en el último recurso, una película sobre un suicida despierte mi interés, aunque sólo sea por ver el acercamiento, naturalista, nada tremendista, no demasiado moralista, que hace Malle.

La utilización de la música es exquisita (Satie), con piezas clásicas que acompañan, y tal vez me sobren unas pocas despedidas insinceras a amigos y conocidos, muy de cara a la galería, y haga falta más contemplación del hombre decidido a dejar ser, del puro absurdo de la vida.

En algo, poco, si coincido con los elogios del crítico Ebert: «Y en el comportamiento preocupado, indiferente, amable y cruel de sus amigos, nos vemos actuando hacia personas como él, o actuando hacia personas como ellos.»


2 respuestas hasta “El Fuego Fatuo, Louis Malle”

  1. Little Voice febrero 4, 2023 a 11:59 pm #

    El magnífico actor y la música de Erik Satie junto a los silencios, más numerosos que los diálogos, bordan esta elegante caída al precipicio. La amable frialdad de sus viejas amistades, esposa, y amantes, que dejaron de tomarle en serio hace tiempo, aceleran el proceso de la desubicación. Ví esta película de niño sin saber qué era la Nouvelle Vague -aquí faltan la falsedad, la impostación esnob de esta corriente-, y ya me impresionó el estilo y la magnífica interpretación de Maurice Ronet. Es, sin duda, una de mis películas favoritas de todos los tiempos.

    • mycroftbarret febrero 17, 2023 a 5:22 pm #

      Gracias por tu comentario… Me parece que Malle resiste mejor el tiempo que un Truffaut muy encantado de haberse conocido, un Goddard interesado sólo en experimentar, o, diablos, un soporífero Bresson. Del cine francés recupero más el polar y el cine negro de A Pleno Sol y semejantes…

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