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La Caida

18 Sep


Alertado entre otros por Forfy, a quien vamos a echar de menos (pero al que ya advierto que quien se fue a Sevilla perdió su silla y que es probable que le tome prestada su sección de covers) llegó a mis oidos esta película de Tarsem Singh, autor de la esteticista y tramposa La Celda.
Las referencias eran «La Princesa Prometida» y esa era una influencia ambiciosa que podía volverse en contra. No tenía yo el cuerpo para épicas y estilos visuales vistosos y coloridos…
Y sin embargo, tras verla, debo decir que me ha emocionado, que he conectado en seguida, que es una de las mejores películas que he visto en los últimos dos años, que no se cómo no se ha estrenado en este país, y que es un paso de gigante para este director.
Porque Tarsem juega con la maravilla. Con la ilusión. Con la capacidad de ilusionarse y emocionarse. Con la mirada de una niña. Con la imaginación, la ingenuidad, y la verdad honesta que hay en contar historias, en oir historias, un autentico homenaje a la capacidad de soñar, de tejer relatos.
Hay más cine en la escena en que el protagonista conoce a la niña y le cuenta la pequeña anécdota sobre Alejandro Magno, y ella se sorprende, que en toda la monumental pelicula de Oliver Stone (tocado por el fantasma de B. De Mille, para mal)
En cierto sentido, y el final lo confirma con la llegada del cine al hospital, y la mirada del hombre, de la niña, de todos ante el gran lienzo de imagenes en movimiento, con la pantalla dentro de la pantalla, Tarsem renueva y refina lo sugerido por Tornatore en su Cinema Paradiso.
Y lo lleva fuera del cine, sin excluir al septimo arte, al simple y eterno amor a contar historias y a fantasear, presente desde miles de años antes de la Odisea.
Es una película en la que como en la de Reiner, se narra a su vez en su interior una historia. Y sin embargo es muy diferente, lo que ocurre fuera del cuento tiene mas importancia que en la peli de Reiner. Hay también una interacción entre la ficción narrada, y la «realidad» de la película que recuerda un tanto a la Rosa Púrpura del Cairo (sin llegar a esas entradas y salidas de pantalla). Y una elegancia visual sugerida ya en la ópera prima de Tarsem, pero más curtida y contenida.
También se trata de una película acerca de la desesperación. Y es ahí donde Tarsem es más certero: Cuando nuestro protagonista tiene menos ganas de vivir, cuando la historia de encanto mítico y fabuloso se muestra sombría, cuando amenaza la derrota, la niña se inserta en el relato, intenta forzarlo y cambiarlo, intenta llenarlo de esperanza.
Porque como ella dice, esta historia también es mía.